domingo, 23 de agosto de 2015

El «boom» de las bodas en la playa

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El «boom» de las bodas en la playa
La última reforma de la Ley de Costas deja en manos de las administraciones locales los permisos para estos eventos
Jaime recarte/bernardo sagastume
España no es ni el Caribe ni Tailandia , pero desde hace dos años las bodas en la playa son cada vez más demandadas por parejas españolas y extranjeras que desean jurarse amor eterno más allá del convencionalismo de una iglesia o un juzgado. Sin embargo, estos enlaces pueden ser más complicados de lo que parece y detrás de las llamadas «bodas turísticas» hay legislación, permisos y dificultades burocráticas. La última reforma de la Ley de Costas deja en manos de las administraciones locales las que concedan los permisos. Ni la ley ni el reglamento que la desarrolla recoge expresamente» este tipo de eventos, por lo que la legislación ni los prohíbe ni los permite. Es cada Servicio de Costas del Estado –y ante cada petición concreta– quien decide «siempre que se garantice el uso público y gratuito de las playas y su conservación», advierten desde el Ministerio de Medio Ambiente.
En Lanzarote, por ejemplo, las parejas que quieran casarse al lado del mar pueden hacerlo pidiendo autorización y pagando una fianza de 300 euros, más un canon, que se calcula entre el 8 y el 10 por ciento del beneficio que obtiene la empresa organizadora de la celebración. La autorización incluye la solicitud ante la Demarcación Provincial de Costas y dos informes favorables, del ayuntamiento y de la Consejería regional de Política Territorial. No obstante, no en todos los lugares se conceden los permisos, y en muchos casos son los propios ayuntamientos los encargados de avalar las solicitudes.
En localidades levantinas como Denia, es el propio ayuntamiento el que oferta este tipo de celebraciones en su litoral «para mover un poco la economía», explica un portavoz del consistorio. Los novios sólo necesitan rellenar una instancia. «Lo único que se les pide es un compromiso de que van a dejar el lugar como lo han encontrado, que no se tiren cohetes y, si es en zona boscosa, que nadie fume . Es una moda que ha empezado hace un par de años», cuentan. Los novios que eligen Denia llegan de Madrid y Valencia, «turismo nacional, que tiene casa cerca».
El ayuntamiento entiende que estas bodas favorecen la economía local y por eso el alcalde y los concejales acceden a celebrar los enlaces aunque reconocen que «hay temporadas que se hace un poco pesado». El único requisito: que los novios recojan el arroz o los pétalos que les arrojen.
No en todas las playas los trámites son tan sencillos, por lo que el sector turístico pide que «el papeleo sea lo más ágil posible, que no se demore meses» y que tenga «una tasa razonable y coherente con el tipo de celebración que se prepare». Así lo advierte Susana Pérez, presidente de Asolan , la patronal turística de Lanzarote. «Si no, se irán al Caribe o a Tailandia, donde no cobran nada extra», añade.
Zaida González, concejal en Santa Cruz de Tenerife, lo considera «un revulsivo económico» para la ciudad y para los vecinos de la zona, «porque los banquetes se celebran cerca de la playa», como en el caso de Las Teresitas, que a pocos kilómetros de la capital puede ofrecer el marco adecuado. Lo mismo ocurre en Gran Canaria, donde la zona del sur, Maspalomas, tiene uno de los litorales «más atractivos y con mayor potencial de Canarias», según apunta el concejal de Playas de San Bartolomé de Tirajana, José Carlos Álamo. El hecho de que sean Fuerteventura y Lanzarote, las islas más demandadas obedece precisamente a lo turísticas que son, lo que atrae a muchos ingleses, alemanes e irlandeses, que planean su boda en las parroquias y se quedan de vacaciones.
Cuando la boda no es religiosa, las agencias se encargan de todo. Por un lado el enlace civil y por otro un ritual simbólico a pie de playa. Chris de Houwer, un belga afincado en la costa levantina, es uno de esos organizadores. A través de sus páginas web –en diferentes idiomas– ofrece celebrar enlaces a pie de costa, en fincas, y jardines o incluso en un catamarán. La empresa cuenta con acuerdos previos para ofrecer a los novios «una experiencia única en la vida». El año pasado oficiaron 39 ceremonias en la playa y este año tienen previsto realizar 41 hasta final de temporada. Entre sus clientes hay ciudadanos belgas, holandeses, ingleses y españoles. Y es que, ante la dificultad de organizar una boda a distancia, muchos organizadores ofrecen paquetes completos a través de internet. Así, además pueden calcular el tiempo de montaje de las instalaciones. Entre tres y cuatro horas, el lugar queda tal y como estaba.
Enlaces íntimos
Pero no todas las bodas son grandes enlaces. Yolanda Martínez organiza eventos más íntimos en Baleares, en las islas de Ibiza y Formentera. Allí tampoco se dan los permisos, por lo que los eventos que organiza son de carácter muy íntimo y cuenta, incluso, que ha organizado bodas en las que solamente estaban presentes los novios. Un poco como Romeo y Julieta.
Las ceremonias multitudinarias no se celebran sobre la arena sino en hoteles de costa. Los hoteles cercanos a las playas se acondicionan montando plataformas que quedan sobre el nivel del mar. Solo de manera puntual, piden permisos especiales para bajar a la arena compartiendo espacio con transeúntes y bañistas.
Otros restaurantes, sin embargo, ni siquiera tienen esa necesidad. Miquel Sánchez, propietario del restaurante Btákora, explica que su local está en un área en la que el baño está prohibido. «Es como si estuvieras en la playa pero sin estar», cuenta. Celebran unas 80 bodas de mayo a octubre y la mayor parte de sus clientes también tiene algún vínculo con la zona.
«Bodas turísticas»
En la isla canaria de Lanzarote, las iglesias están desbordadas por peticiones de «bodas turísticas», llamadas así porque la pareja celebra su enlace, al tiempo que disfruta de unas vacaciones con el resto de los invitados. Centenares de parejas españolas y extranjeras que desean darse el «sí quiero» en un entorno privilegiado han colapsado unas parroquias que apenas pueden atender una veintena de enlaces al año. El Obispado ha optado por limitar los enlaces y cancelar algunas de las peticiones previstas para 2016.
Ante las quejas de futuros contrayentes -especialmente de peninsulares y extranjeros-, la diócesis de Santa Cruz de Tenerife ha explicado que el procedimiento para casarse en las islas es el mismo tanto para los residentes como para los turistas e insisten en que «no hay discriminación». Las instituciones eclesiásticas recuerdan que para llevar a cabo los enlaces hace falta preparar los certificados en la parroquia de origen y recibir la autorización antes de elegir una iglesia diferente.
En Baleares, también se han multiplicado las peticiones de parejas extranjeras, aunque las iglesias no están saturadas. Desde el Obispado de Mallorca explican que si bien hay muchos extranjeros que van a casarse a Baleares, las parejas tienen que llegar con los trámites hechos por lo que los enlaces están muy planificados.
La boda, «turística» o no, debe realizarse siempre en «recinto sagrado»: las bodas en las playas solo pertenecen al ámbito civil.
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